En este post trataré acerca de una película que realmente me impresionó cuando la visualicé por primera vez, interesándome al completo pese a formar parte de la asignatura de ética en Bachillerato. Se trata de El aceite de la vida y tiene contenido educativo en especial de la comunidad científica que en general se puede extrapolar a la labor del educador.
No tengo como objetivo desmenuzaros la película así que trataré de realizar un análisis personal de la misma gracias a mis aproximaciones hacia el mundo de la crítica que me dotó mi carrera de filología de manera desenfadada.
Mira que me gustan poco las historias de enfermedades incurables basadas en hechos reales. No las soporto, me ponen enfermo a mí también, me sacan la vena aprensiva e hipocondríaca, empiezo a notar síntomas raros por todas partes...y encima casi siempre acaban fatal, después de pasarlas canutas y luchar a muerte contra la puta enfermedad.
"El aceite de la vida" no es ninguna excepción en cuanto al contenido patológico pero sí lo es en cuanto al tratamiento que recibe. La historia es bien conocida: Augusto y Michaela Odone, al conocer el diagnóstico de una enfermedad degenerativa incurable que padece su hijo Lorenzo, enfermedad de las llamadas raras y por tanto prácticamente desconocida, se ponen a investigar por su cuenta, siendo ambos auténticos profanos en la ciencia médica, y tras muchos esfuerzos intentando dar con un tratamiento, finalmente encuentran un tipo de aceite, al que llamaron "aceite de Lorenzo", que consigue ralentizar el proceso degenerativo. Bueno, tanto es así que Lorenzo Odone sobrevivió hasta los 30 años, cuando le habían pronosticado como mucho unos meses de vida. Otra cosa ya son las condiciones de esa vida, que es otro tema que podríamos discutir largo y tendido, pero el caso es que se empeñaron y lo consiguieron.
Impresionantes las interpretaciones de todos pero en particular destaca Susan Sarandon en el rol de esforzada madre inasequible al desaliento, un papel que normalmente no suele ser muy de mi agrado pero al que ella dota de una autenticidad muy difícil de conseguir sin caer en repulsivos excesos dramáticos. También impresiona la actuación del niño; verdaderamente cuesta entender cómo un crío tan pequeño pudo interpretar con esa maestría el proceso terrible de una enfermedad tan cruel. Y eso que a mí los niños actores me suelen dar bastante repelús, pero éste lo borda.
Tal vez sea una cierta comprensión desde la distancia en lo que respecta a esta enfermedad debido al poseer también una enfermedad, en mi caso síndrome, raro; como he comentado en mi entrada de Entender a atender. Pero la forma de gestionar esta situación en un ámbito como el científico en esta película a mi parecer realista siempre me toca hondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario